martes, 15 de junio de 2010

Tras la DECIMO SEPTIMA puerta.

al fondo a la derecha
Por: Cindy Jiménez Torres

Siempre eh maldecido el día en que mi madre decidió que practicara ballet. Nunca fui bonita, ni amable, y me costaba mucho mantener “la línea” pero mi madre siempre había soñado con que su adorada hijita fuera campeona mundial de ballet, lastimosamente para ella debía conformarse con su mocosa hija con aspecto de niño que iba de camino a la academia de ballet “miss maree” para rogarle a Miss Maree una segunda oportunidad.

-Adelaida-me alentaba mi madre – ¡Adelaida, bailas muy bien! – decía sonriente, pero yo, me moría por dentro, como si miles de necrófagos me comieran el cerebro, odiaba el ballet, odiaba esos ridículos tutus, odiaba la palabra TUTU y al que la creo también lo odiaba. Pero creo que lo que mas odiaba era ver la gigantesca y fluorescente sonrisa que ponía mi madre cada vez que usaba aquel ridículo disfraz, no podía aguantarla y a veces quería llorar, pero debía ser fuerte, al menos hasta los 18...

-¡Por favor!-decía- no después de los 18, ¡Dios! – rogaba, imploraba que mi tortura acabara hay, ahora, que fuera rápida y no doliera,¡¡ pero ya!!

Un, dos… mas arriba… tres, cuatro… muy bien Adelaida… cinco, seis… sigue asi, eres buena…

No podía evitar recordar esas palabras de Miss Maree, profesora de baile, instructora de Ballet, y mi mayor enemiga, y lo peor de todo, ahora debía ir a su casa, a rogarle, implorarle que me dejara dar la prueba otra vez, ¿Por qué?¡ Porque no la pase! ¿Porque hacerla de nuevo? ¡Por mi madre!

-que no este en casa, por favor, que no este en casa- rogaba una vez mas, Miss Maree no era precisamente el tipo de persona que uno espera encontrarse en la calle, no, ella era mas, era elegante, comportada, no, ella era aun mas, era refinada, como un zapato bien lustrado.. Incluso, ¡ella era mas! como ese tipo de personas que uno niega completamente su existencia hasta que la tiene de frente, esa era ella…

-… y su hogar, una casita de té- complete mi pensamiento al llegar al lugar en cual no quería estar, realmente NO quería estar hay, pero DEBÍA hacerlo… por mi madre… por mi orgullo… por mi portátil… si, mi portátil, mi madre me prometió un computador portátil si pasaba la prueba, era importante para mi, así que debía torturarme solo un tiempo… y sacarle mas obsequios a mamá

La casa de Miss Maree no era salida de un cuento de hadas, no, era peor, como de uno sanguinario en el cual nunca nadie va a vivir para contar la historia de la existencia de un lugar así. Las paredes eran blancas, como los huesos, y sus ventanas, adornadas con pequeñas flores de matices rosadas, y un techo color canela claro, era peor que una pesadilla, era un cuento para ir a dormir.

Pero como nada puede faltar a un lugar así, el timbre de la puerta estaba adornado con flores también.

-ting… ting… ting- la melodía de aquella alarma era relajante, casi como si no hubiera problemas al entrar en aquel hogar, me entretuve un rato escuchándola pasivamente, hasta que el sonido de una puerta me despertó

-¡hola!... ¡Adelaida! Cariño, entra, entra…- saludo alegremente la docente, mientras yo, estaba lejos de hay mentalmente.

- buenos días, Miss Maree – elegante, lustrada, así era ella, y así estaba ahora, con un vestido de coctel blanco y un guante beige en su mano izquierda ¿enserio usaba eso, TODOS los días? Su cabello rubio ondulado, bailaba por el aire y el poco espacio que su laso café le permitía, yo la seguí como el alma sigue su cuerpo desolado, a ese vestíbulo refinado que poseía su pequeña casa de té.

-¿ que te trae por acá? – pregunto, cortésmente, mientras hacia señas con sus manos.

- vera-empecé a hablar- quisiera pedirle que… me permitiera realizar la prueba otra vez- le dije, lo mas amable que mi mente me permitía

-oh… - soltó ella, pero antes de que hablara le interrumpí

-por favor, es que en la prueba realmente me sentí asustada – empecé a excusarme, quería lograr realizar la prueba sea como sea, quería apelar a su lado amable, fuese como fuese.

- bueno, si tu quieres – umn... eso era todo? Bien, no me quejo, pero realmente nunca pensé que personas como ella existieran.

-muchas gracias Miss Maree – agradecí, con mi corazón puesto en ello, me levante del sillón dispuesta a dar lo mejor de mi, para poder clasificar en las finales, pero Miss Maree me interrumpió.

- tras la decimo séptima puerta de aquel callejón, hay un tutu, usalo para ver como te queda- me dijo Miss Maree señalando el callejón a donde debía dirigirme, y allí fui, con el alma en empeño y mi orgullo por los suelos, a vestir el objeto mas odiado por mi persona, el callejón no era muy largo, pero si muy lleno, estaba lleno de puertas, en cada una de ellas un numero romano I, II, III ¿que carajos iban a hacer hay números romanos? ¿Por qué romanos? ¿Por qué no “naturales”? de esos que uno aprende por los mandados que hace a la tienda, 1, 2, 3,¡ los “normales”!

- a ver… no puede ser difícil el numero 17¿ verdad? – decía, mientras observaba atentamente las puertas, X, XIX, XII, XVI, XIV –¿ cual de todas es la 17?- me decía internamente, pero no tenia tiempo para saberlo, solo necesitaba entrar, agarrar un absurdo tutu, dar la prueba y huir de hay lo mas rápido que mis piernas me lo permitan.

Me adentre sin pensarlo dos veces en la primera puerta que me pareciera, el numero 17.

XIX era el símbolo de la puerta que abría lenta y sonoramente, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, mi mano se deslizo por la pared lateral para buscar alguna luz, y la encontró, justo en ese momento, desee haber nacido ciega.













- Le juro que no es lo que parece oficial – decía Miss Maree mientras era llevada a la patrulla de la policía, o debería llamarla ¿la criminal Miss Maree? Nunca antes en mi vida había visto aquello que mis ojos captaron tras la puerta, y espero jamás volver a vivirlo. Mientras el oficial me serbia una tasa de café intentaba una y otra vez olvidarlo, no quería que se volviera un trauma para mi, pero definitivamente iba a serlo, cuando Salí corriendo de aquella casa de te y me tope accidentalmente con una patrulla, agradecí mucho mi enorme boca, y ahora gracias a mi, la criminal esta tras las rejas, solo quería ir a mi casa, descansar, ducharme y olvidar lo vivido hoy.

- señor, ya hemos inspeccionado la casa – escuche decir a uno de los oficiales – hemos encontrado 12 cadáveres en 3 habitaciones, todos escondidos, en otras salas hemos descubierto materiales de tortura, al parcer, es una asesina serial - ¿una asesina serial? – Siempre dejaba a sus victimas sin sus dedos índice, y en una habitación hemos encontrado pelucas con dedos entrelazados, en forma de rulos – no quería realmente escuchar eso,¡ mi profesora de ballet es una asesina en serie! y ¡YO la había echado al agua! No se ahora porque me siento como si me hubiera echado una soga al cuello, pero definitivamente quería volver a casa.

Así que me escabullí como pude de la patrulla, y emprendí mi viaje a casa, debía descansar, pero lo que era peor, debía explicarle a mama lo que había pasado, quizás así ahora iba a dejar de meterme en la cabeza la idea de bailar ballet… pero… no puedo evitar pensar que algo malo acaba de pasar…

- …si no bailo Ballet… ¡no tendré mi portátil! – mierda.


Fin

1 comentarios:

Anónimo dijo...

hey me gusto ta chebre no sabia que escribias cosas tan interesantes att: eduardo camargo

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