jueves, 9 de septiembre de 2010

El Muze de Christian Becker

por: Cindy Jimenez Torres

- bienvenidos sean todos ah esta nueva colección de Christian Becker –decía amablemente la recepcionista mientras apuntaba nombres y nombres de los visitantes que llegaban cada vez en números más grandes al Muze, famoso por ser el único museo existente en toda Europa que exhibía las maravillosas obras humanas de Christian Becker, todos parecían amarle, sin embargo, nadie conocía realmente a Christian Becker.


El Muze estaba lleno de personas ansiosas por conocer cada una o la mayoría de las historias detrás de esas esculturas humanas perfectamente confeccionadas por Christian Becker, hechas de arcilla o masa, de plomo o hierro inoxidable nadie lo sabía exactamente pero todos querían una de si mismos o de un familiar ya fallecido.

Algunos encontraban obras similares a un conocido o antiguo habitante de Paris, de sus calles, o algún famoso o la esposa de un famoso. Era tal la similitud que casi pudieron acusar a Christian Becker de robar los cuerpos y congelarlos, pero eso era imposible e inhumano.

Desde un ventanal superior en el edificio, oculto y oscurecido Christian Becker observaba dichoso todo el “rebaño” que había ido a disfrutar su “pastoreo”, complacido, brindaba una media sonrisa a todos sus visitantes sin que ellos supieran alguna vez de el.

Satisfecho dio la vuelta para terminar con su trabajo, el cual prepararía para la próxima exposición dentro de un mes, quizás menos. Se dirigió hacia su mesa de trabajo y observo, hay estaba el cuerpo destrozado Esther por su cuerpo brotaba aquel liquido blancuzco que mantenía a los cuerpos en su estado de piedra, Christian Becker masajeaba suavemente mas cantidad de ese liquido, llenaba el cuerpo de la hermosa Esther por cada orificio que pudiera tener

-una obra maestra- se decía a si mismo Christian Becker, una obra de tal calidad no se apreciaba todos los días. Sin embargo Christian corría con un problema, estaba cansado, quizás hastiado de todo aquello que llenaba ese enorme edificio de tres pisos, todos y cada una de sus obras estaban viejas, obsoletas y muy vistas, quería cambiarlo, cambiar al Muze y mejorarlo, viajar a otros pueblos, a otros continentes quizás, y recoger otras hermosas esculturas para el Muze.

-el Muze es como un amante – explicaba un guía del museo del cual en su chaqueta ponía el nombre de S. Dirka – hay que mantenerlo lleno, satisfecho, amarlo y llenarlo de cosas nuevas – explicaba a los turistas así como una vez, una voz detrás de un oscuro ventanal le ordeno que hiciera, una voz conocida como la voz de Christian Becker.

-cada una de estas maravillosas obras guarda, por supuesto, su propia y emocionante historia – contaba S. Dirka – Christian Becker las colecciona y reproduce para mostrárselas a ustedes – repetía lo que sabia por memoria de todas las visitas que se hacen a diario y por meses al Muze – Christian Becker es un coleccionista –decía – un coleccionista de anécdotas y recuerdos, de pasatiempos y desesperanzas – explicaba mientras caminaba hacia la estatua petrificada de una hermosa joven de cabellos perlados y ojos aguamarina, menuda y delgada y de pecas infantiles en el rostro.

- ¡que obra tan maravillosa! – exclamaba una mujer aristócrata – ¡que lastima que el talentoso escultor no quiera mostrarnos su rostro! – decía hacia S. Dirka esperando poder recibir un permiso especial para conocer al tal Christian Becker.

Christian Becker no mostraba su rostro como Christian Becker no solo para no arruinar sus esculturas, quizás era para no arruinar del todo el misticismo de la firma del escultor o quizás por considerar sus visitantes pocos dignos de su presencia, porque de ellos no podía hacer nada, por que en ellos solo se encontraba la normalidad, no había absolutamente nada rescatable, nada que sirviera para sus obras, ni siquiera alguna obra nueva.

El Muze cerro por fin sus visitantes se marcharon y sus puertas se cerraron, hasta los empleados se dirigieron a sus hogares y el Muze quedo completamente oscuro y solitario, en su tercer y ultimo piso yacía el alma en penumbras de Christian Becker observando detenidamente la escultura de una hermosa joven pelirroja de ojos esmeraldas y rostro colmado de pequeñas e infantiles pecas. Observaba su pálido y gélido rostro sin hacer gesto alguno y perdía su mirada en su larga cabellera ondulada

-Raspberry- susurraba Christian Becker el nombre de la joven pelirroja, mientras recordaba con parsimonia los maravillosos momentos del pasado gastados junto a Raspberry su amor, su vida, su alma, su amada Raspberry que aun hay, yacía a su lado.

Becker recordó el momento en que la vio por primera vez, ese verano del 2000. El había decidido salir de su cueva, su caparazón, su hogar y caminar un poco por el parque cercano, quizás a respirar aire fresco, quizás a encontrar su destino. Raspberry yacía en un columpio infantil meciéndose con fuerza y mirando el horizonte, las flores, los arboles, el cielo. Su hermosa cabellera roja volaba con fiereza cual fuego ardiente que fue dejado en el limbo, sonreía dulcemente.

En ese momento Becker y Raspberry formaron un lazo de amistad muy profundo, aunque Raspberry era y siempre será el amor de Christian Becker. El sueño de Raspberry era poder enseñarle al mundo una nueva forma de observarse, que supieran que todo lo que poseían era mas, si se conocían a si mismos. –primero debes conocer tu grandeza y luego veraz lo grande que puedes ser – decía Raspberry en su habitual charla con Chris. No fue hasta finales del 2001 que Christian Becker reunió suficiente valor como para decirle a Raspberry, su amada Raspberry todo lo que él sentía por ella, y no fue hasta inicios del 2002 que entendió cuanto la extrañaría si Raspberry alguna vez se fuera.

– prométeme que me amaras hasta que muera – decía Raspberry – prométeme que estaremos juntos hasta que yo muera – le pedía urgentemente a Chris y él accedió, pero Chris no quería perder a Raspberry, no quería quedarse sin ella, no quería que se fuera o que se la llevaran, quería tenerla siempre y para siempre a su lado.



-desde el otoño de 2002 –decía Becker a la petrificada imagen de su amada Raspberry – desde el otoño del 2002 eres mía para siempre Raspberry, no se como hubiera podido soportar perderte, ¡es que no lo hubiera soportado! ¡No soportaría perderte! ¡Cumplí tu promesa, la cumplí! Así como estas, con tu cuerpo petrificado, intacto, inmortal, ya no envejeces, ya no respiras, solo tu alma quedo aquí, solo tu alma quedo conmigo ¡pero era la única forma de tenerte para siempre! Por eso no puedo dejar el Muze ¡el Muze eres tu! Raspberry, el Muze es tu alma y tu alma estará siempre conmigo, cumplí tu sueño, ahora la gente puede verse tal cual es, con estatuas directamente petrificadas del propio cuerpo, el cuerpo vivo y cuyas almas aun conservan, pues eso es la grandeza ¡la grandeza esta en las almas de los cuerpos inertes de cada uno de los cadáveres que yo mate! ¡Los mate para ti Raspberry! ¡Así como yo mismo acabe contigo, para tenerte para siempre! No me pidas más, no me pidas más, amor, el Muze resistirá mientras tu alma aun este conmigo.


Fin

miércoles, 7 de julio de 2010

Danzar en mis problemas

Por: Cindy Jiménez Torres


Estaba apunto de llorar, patalear, gritar y morir justo en ese instante, todo al mismo tiempo, agolpándose instantáneamente alrededor de mi cuello, pero aun así seguir respirando.

Tengo que aceptar la cobardía que gobierna en mi vida, pero realmente no quería perderla y hundirme en el mas mísero poso que encontrara cerca, no quería huir de todo pero lo estaba haciendo, no quería llorar por todo pero era inevitable, realmente no quería correr, era mucho esfuerzo para mi, pero mientras mas me alejaba mas empezaba a extrañar y a sentir, a vivir todo aquello que para mi, fue lo mas bello que jamás soñé, me sentía, en mi mundo, en mi vida, era mía y de nadie mas, solo yo mandaba en ella, solo yo gobernaba, solo yo dictaba lo que había que hacer y solo yo lo cumplía, pero como cada puto edificio en esta vida, se derrumbo.

Morir no significa nada, no para mi, no ahora, pero si lo hiciera realmente ¿me dolería? Probablemente después de muerta me arrepentiría, oh ¿no tendría tiempo ni para eso? Bien, morir queda descartado, no estoy lista para eso aun.

Llorar es otra opción, pero es una muy cobarde, lloro todo el tiempo, todo el mundo llora, quizá si todos lo hiciéramos a la vez salvaríamos al planeta de la sequia... Lastima que las lagrimas son saladas... no quiero llorar, no por tristeza, quiero algo fuerte que me haga llorar al no tener otra opción, pero estando feliz, por emociones fuertes, bien, llorar queda descartado, es algo muy común y patético.

Correr, yo puedo correr, justo ahora lo estoy haciendo, corro de ese miserable nudo que se formo en mi hogar, el silencio es tan grande que se vuelve insoportable, peor que el ruido, peor que un escándalo, en mi hogar solo hay silencio, solo lo habita el silencio de mi familia, porque ahora me doy cuenta, el mundo real debería ser mas fantasioso, como para poder pasar el trago mas fácil, pero no, es tan malo y pútrido como se ve en los programas de televisión mas famosos, pero aun así, correr queda descartado, aunque corra todo lo que pueda, resbalare en esta noche lluviosa y me daré duro en las rodillas, no quiero eso, es muy cansino.

Olvidar, eso puedo hacerlo, buscar otras cosas que hacer, meterme en nuevos programas, conocer nueva gente, e imaginar que absolutamente nada es cierto… pero ya caí en ese juego una vez, crear mi propio mundo y olvidarme del resto, solo causo dolor, solo causo que no me diera cuenta de todo lo que eh de trabajar para seguir en este mundo, olvidar es fácil, pero lleva tiempo, necesito algo drástico, algo ¡ya¡ ¡ya! Olvidar, queda descartado.

¿Qué necesito? ¿Lo encontrare corriendo? ¿Lo encontrare en estas calles desoladas y oscuras? ¿O solo encontrare más dolor? Mejor irme… este sitio es peligroso.

A lo lejos, bajo la lluvia, hay una silueta, de un hombre que mira detenidamente hacia mi, pero no le veo el rostro, solo lo veo hay, parado, como si no hubiera lluvia que le hiciera daño, como si no hubiera fuego que le quemara, un rayo de luz provocado por la tormenta ilumina su rostro, ¿era un ángel? ¿O solo un chico demasiado lindo? No lo sabia, no quería moverme de hay, ladeaba mi cabeza cambiándola de ángulo ¿Qué podía estar haciendo alguien a estas horas de la noche y con esta tormenta fuera de su hogar? Claro, no podía preguntarme eso a mí... yo solo huía.

El extraño y enigmático joven se empezó a acercar lentamente hacia mi, otra vez, la lluvia no parecía molestarlo, y a mi, no me parecía peligroso, ¿era esto… curiosidad? A paso lento estaba cada vez mas cerca de mi, agradecí al cielo los pocos relámpagos que me permitían mirar su rostro, su angelical y aniñado rostro, tendría mas o menos mi edad, 17 o 18 años, incluso 20, y estaba vestido de la mejor manera, un elegante traje vestía su cuerpo y poco a poco, se acerco a mi.

Mi corazón reacciono, y de la peor manera, latía a mil por segundo, podía ver por completo el rostro de aquel carismático joven, no sabia su nombre, ni en mi vida lo había visto, no creo haber pensado siquiera que personas como el habitaran este mundo, pero hay estaba, extendió su mano, haciendo una pequeña reverencia, yo le di la mía y como por arte de magia, empezamos a danzar… suave… y armoniosa mente… siguiendo el estrepitoso sonido de la lluvia, pero el, el lo hacia sonar dulce… yo, no tenia ninguna otra necesidad, hay lo entendí, realmente nada mas era importante, solo danzar aquella melodía que solo estaba en mi memoria, olvidaba todo lo que en mi problemática realidad me preocupaba, sentía el helado viento recorrer cada una de mis venas y como las húmedas gotas de lluvia caían de mis ojos, ojos que estaban completamente perdidos en la nada, no era mas nada, no necesitaba mas nada que esta absurda realidad, solo necesitaba danzar, con un joven inexistente que mi subconsciente había creado para mi, solo para mi, huir no era bueno, me perdería de pequeñas cosas, en mi pequeño mundo, que lo harían todo para mi, en los pasos taciturnos de ese joven lo sentía, sentía que lo único que yo necesitaba, era danzar por enzima de mis problemas y así superarlo todo.

Fin

martes, 15 de junio de 2010

Tras la DECIMO SEPTIMA puerta.

al fondo a la derecha
Por: Cindy Jiménez Torres

Siempre eh maldecido el día en que mi madre decidió que practicara ballet. Nunca fui bonita, ni amable, y me costaba mucho mantener “la línea” pero mi madre siempre había soñado con que su adorada hijita fuera campeona mundial de ballet, lastimosamente para ella debía conformarse con su mocosa hija con aspecto de niño que iba de camino a la academia de ballet “miss maree” para rogarle a Miss Maree una segunda oportunidad.

-Adelaida-me alentaba mi madre – ¡Adelaida, bailas muy bien! – decía sonriente, pero yo, me moría por dentro, como si miles de necrófagos me comieran el cerebro, odiaba el ballet, odiaba esos ridículos tutus, odiaba la palabra TUTU y al que la creo también lo odiaba. Pero creo que lo que mas odiaba era ver la gigantesca y fluorescente sonrisa que ponía mi madre cada vez que usaba aquel ridículo disfraz, no podía aguantarla y a veces quería llorar, pero debía ser fuerte, al menos hasta los 18...

-¡Por favor!-decía- no después de los 18, ¡Dios! – rogaba, imploraba que mi tortura acabara hay, ahora, que fuera rápida y no doliera,¡¡ pero ya!!

Un, dos… mas arriba… tres, cuatro… muy bien Adelaida… cinco, seis… sigue asi, eres buena…

No podía evitar recordar esas palabras de Miss Maree, profesora de baile, instructora de Ballet, y mi mayor enemiga, y lo peor de todo, ahora debía ir a su casa, a rogarle, implorarle que me dejara dar la prueba otra vez, ¿Por qué?¡ Porque no la pase! ¿Porque hacerla de nuevo? ¡Por mi madre!

-que no este en casa, por favor, que no este en casa- rogaba una vez mas, Miss Maree no era precisamente el tipo de persona que uno espera encontrarse en la calle, no, ella era mas, era elegante, comportada, no, ella era aun mas, era refinada, como un zapato bien lustrado.. Incluso, ¡ella era mas! como ese tipo de personas que uno niega completamente su existencia hasta que la tiene de frente, esa era ella…

-… y su hogar, una casita de té- complete mi pensamiento al llegar al lugar en cual no quería estar, realmente NO quería estar hay, pero DEBÍA hacerlo… por mi madre… por mi orgullo… por mi portátil… si, mi portátil, mi madre me prometió un computador portátil si pasaba la prueba, era importante para mi, así que debía torturarme solo un tiempo… y sacarle mas obsequios a mamá

La casa de Miss Maree no era salida de un cuento de hadas, no, era peor, como de uno sanguinario en el cual nunca nadie va a vivir para contar la historia de la existencia de un lugar así. Las paredes eran blancas, como los huesos, y sus ventanas, adornadas con pequeñas flores de matices rosadas, y un techo color canela claro, era peor que una pesadilla, era un cuento para ir a dormir.

Pero como nada puede faltar a un lugar así, el timbre de la puerta estaba adornado con flores también.

-ting… ting… ting- la melodía de aquella alarma era relajante, casi como si no hubiera problemas al entrar en aquel hogar, me entretuve un rato escuchándola pasivamente, hasta que el sonido de una puerta me despertó

-¡hola!... ¡Adelaida! Cariño, entra, entra…- saludo alegremente la docente, mientras yo, estaba lejos de hay mentalmente.

- buenos días, Miss Maree – elegante, lustrada, así era ella, y así estaba ahora, con un vestido de coctel blanco y un guante beige en su mano izquierda ¿enserio usaba eso, TODOS los días? Su cabello rubio ondulado, bailaba por el aire y el poco espacio que su laso café le permitía, yo la seguí como el alma sigue su cuerpo desolado, a ese vestíbulo refinado que poseía su pequeña casa de té.

-¿ que te trae por acá? – pregunto, cortésmente, mientras hacia señas con sus manos.

- vera-empecé a hablar- quisiera pedirle que… me permitiera realizar la prueba otra vez- le dije, lo mas amable que mi mente me permitía

-oh… - soltó ella, pero antes de que hablara le interrumpí

-por favor, es que en la prueba realmente me sentí asustada – empecé a excusarme, quería lograr realizar la prueba sea como sea, quería apelar a su lado amable, fuese como fuese.

- bueno, si tu quieres – umn... eso era todo? Bien, no me quejo, pero realmente nunca pensé que personas como ella existieran.

-muchas gracias Miss Maree – agradecí, con mi corazón puesto en ello, me levante del sillón dispuesta a dar lo mejor de mi, para poder clasificar en las finales, pero Miss Maree me interrumpió.

- tras la decimo séptima puerta de aquel callejón, hay un tutu, usalo para ver como te queda- me dijo Miss Maree señalando el callejón a donde debía dirigirme, y allí fui, con el alma en empeño y mi orgullo por los suelos, a vestir el objeto mas odiado por mi persona, el callejón no era muy largo, pero si muy lleno, estaba lleno de puertas, en cada una de ellas un numero romano I, II, III ¿que carajos iban a hacer hay números romanos? ¿Por qué romanos? ¿Por qué no “naturales”? de esos que uno aprende por los mandados que hace a la tienda, 1, 2, 3,¡ los “normales”!

- a ver… no puede ser difícil el numero 17¿ verdad? – decía, mientras observaba atentamente las puertas, X, XIX, XII, XVI, XIV –¿ cual de todas es la 17?- me decía internamente, pero no tenia tiempo para saberlo, solo necesitaba entrar, agarrar un absurdo tutu, dar la prueba y huir de hay lo mas rápido que mis piernas me lo permitan.

Me adentre sin pensarlo dos veces en la primera puerta que me pareciera, el numero 17.

XIX era el símbolo de la puerta que abría lenta y sonoramente, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, mi mano se deslizo por la pared lateral para buscar alguna luz, y la encontró, justo en ese momento, desee haber nacido ciega.













- Le juro que no es lo que parece oficial – decía Miss Maree mientras era llevada a la patrulla de la policía, o debería llamarla ¿la criminal Miss Maree? Nunca antes en mi vida había visto aquello que mis ojos captaron tras la puerta, y espero jamás volver a vivirlo. Mientras el oficial me serbia una tasa de café intentaba una y otra vez olvidarlo, no quería que se volviera un trauma para mi, pero definitivamente iba a serlo, cuando Salí corriendo de aquella casa de te y me tope accidentalmente con una patrulla, agradecí mucho mi enorme boca, y ahora gracias a mi, la criminal esta tras las rejas, solo quería ir a mi casa, descansar, ducharme y olvidar lo vivido hoy.

- señor, ya hemos inspeccionado la casa – escuche decir a uno de los oficiales – hemos encontrado 12 cadáveres en 3 habitaciones, todos escondidos, en otras salas hemos descubierto materiales de tortura, al parcer, es una asesina serial - ¿una asesina serial? – Siempre dejaba a sus victimas sin sus dedos índice, y en una habitación hemos encontrado pelucas con dedos entrelazados, en forma de rulos – no quería realmente escuchar eso,¡ mi profesora de ballet es una asesina en serie! y ¡YO la había echado al agua! No se ahora porque me siento como si me hubiera echado una soga al cuello, pero definitivamente quería volver a casa.

Así que me escabullí como pude de la patrulla, y emprendí mi viaje a casa, debía descansar, pero lo que era peor, debía explicarle a mama lo que había pasado, quizás así ahora iba a dejar de meterme en la cabeza la idea de bailar ballet… pero… no puedo evitar pensar que algo malo acaba de pasar…

- …si no bailo Ballet… ¡no tendré mi portátil! – mierda.


Fin

sábado, 29 de mayo de 2010

Tita y Escarabajo III: la culpa es del QUESO.

Por: cindy Jiménez torres


Feliz, así se sentía Escarabajo, completamente feliz y dichoso, en su corta vida de ratón jamás había sido más feliz que en esos minutos que llevaba conociendo a la que seria el amor de su vida por siempre: Tita. De cosas triviales hablaban, gustos, gustos y mas gustos, los mejores basureros para comer, las mejores cañerías donde dormir, los mejores cables que roer, ambos estaban encantados de conocerse, se amaban eso se veía en sus ojos, pero nadie había dado el paso que los llevaría al éxtasis de la felicidad, hasta ahora.

- te amo- le dijo Escarabajo, mientras Tita lo veía sin creérselo, un silencio se formo entre ellos y Escarabajo se sintió morir. No quería que ella lo odiara, pero tampoco quería vivir con ella sin llegar a nada, no, el ya había imaginado toda una vida con ella, hijos, nietos, bisnietos y mas hijos, no quería todo eso si no estaba con ella, la quería a ella.

-yo… También te amo- le dijo Tita con lágrimas en los ojos y titubeando, el amor de los ratones había sido rápido para formarse y antes de que Escarabajo se decidiera por consumar su amor con un beso, Tita hizo un sonido de dolor mientras apretaba fuertemente su abdomen, al parecer el amor también podía acabar rápido.

Escarabajo se acerco a ella revisándola para saber que la había echo gemir así, mientras Tita le describía lo que sentía: lo entendió, ya lo había visto antes, muchas veces, en ratones amigos que comían cosas que no debían en lugares que no podían, ya sabia que iba a pasar y su pequeña alma de ratón se rompió en mil pedazos, Tita tenia lo que el llamaba: “La maldición del queso que no debiste comer pero que aun así lo hiciste” Tita iba a terminar tiesa y no iba a poder hablar, Tita iba a morir por aquel queso que comió, pero el no quería, no quería que ella muriera, no por culpa de ese queso, pero el ya no podía hacer nada, así era la maldición, entonces, lloro, como nunca antes, como su pobre y pequeña alma de ratón pudo permitírselo, mientras le daba un beso en los labios a Tita y se despedía de ella, frente a la mirada incrédula de la ratoncita, le había dicho “te amo” y ahora se iba, era definitivamente el peor ratón que había conocido, era como un sucio y rastrero escarabajo, de repente, lo odio profundamente y con su ultimo aliento y antes de que se marchara aquel ratón, le grito: Te odio! Y allí en medio de la oscuridad de ese callejón, falleció. Mientras Escarabajo lloraba por el odio de la única ratoncita que en su vida amo.



Fin

Tita y Escarabajo II: Tita, la ratoncita.

Por: cindy Jiménez torres


Caminaba lentamente por el callejón oscuro mientras sobaba su abultado abdomen, se había dado un festín de basura hacia unos minutos y ahora necesitaba un lugar donde descargar todo eso.

Un extraño sonido se coló en sus largas y ovaladas orejas, ¿había escuchado mal o eso era un gemido, un gemido de dolor?

Se acerco decidido pero lentamente a aquel lugar que lo llamaba en silencio, un familiar olor paso pro sus narices y su curiosidad despertó al máximo, había tenido esa sensación antes, pero ¿Dónde? ¿Cuándo? Sus preguntas prontamente tuvieron respuestas al encontrarse con una pequeña ratoncita gris, con ojos grandes y orejas mordidas, era ella, aquella ratona que vio cuando tenia tanta hambre que sentía desfallecer, aquella que se comió su queso, el ultimo queso, pero que a el no le importo, por que ella era hermosa. Sin embargo algo le inquietaba, su pelo gris era mas gris de cómo lo vio aquella noche, bueno, tal vez no se había fijado bien, así que decidido y con el rabo entre las patas se acerco a aquella ratoncita para averiguar algo sobre ella, ahora que la volvía a ver quería saber como se llamaba, donde vivía, que le gustaba, quería saberlo todo, si, todo sobre ella.

-hola-dijo tímido mientras la ratoncita se tambaleaba de la sorpresa, le había dado un buen susto

-hola!- respondió ella un poco mas alegre y sonriéndole al ratón que le saludaba tímidamente

Mientras hablaban el ratón no podía evitar sonreír, esa ratoncita le cautivaba, quería dedicarle toda la atención que poseía, quería estar con ella, quería gustarle, porque ella le gustaba, o era mas? No sabia, pero lo que si sabia era que esa ratoncita de pelaje gris lo había segado de amor por completo, era ella, era Tita la indicada para vivir juntos, por siempre, juntos, la amaba, y se lo dijo, y ella… le correspondió, Tita también le quería, Tita y Escarabajo juntos estarían.

Tita y Escarabajo I: El RATÓN y el QUESO

Por: cindy Jiménez torres


El pequeño ratón miraba fijamente aquel queso suculento que yacía frente a el.

Hacia dos semanas que no probaba bocado alguno, y había tenido que pasar por mucho para lograr llegar hay, a ese lugar donde estaban los mejores quesos del mundo. La quesera “toda esperanza” era una de las mas grandes de la ciudad. O eso le habían dicho sus amigos ratones; desafortunadamente hacia un mes había quebrado por falta de presupuesto y el único delicioso ejemplar que quedaba era ese trozo de queso amarillo y verde que hedía toda la fábrica.

-solo será un mordisco- dijo el ratón mientras se acercaba a lo que seria el fin de su hambre. Pero de pronto escucho un ruido y la vio, la cosa más bella que una vez pudo ver en su vida de raton, desde que su madre le puso su nombre: Escarabajo hasta ahora: una hermosa ratoncita pasaba a su lado dispuesta a llevarse el queso por victoria… y lo hizo, la ratoncita se comió el queso y se fue campante dejando atrás un asombrado y muy hambriento ratoncito.

sábado, 22 de mayo de 2010

al FONDO a la DERECHA

Por: Cindy Jimenez Torres

Ya estaba decidido, ya había pensado y recapacitado, ya estaba preparado, ya YO estaba listo.

-Solo serán unos minutos- me dije

-solo serán unos minutos y esto quedara resuelto- sonaba mas a un intento de convencerme que a una afirmación, pero solo en esto tenia yo que pensar: ya YO estaba listo. Caminaba hacia la casa del profesor Osvaldo Rivera, licenciado en filosofía, solo quería aclarar ciertas cosas triviales, cosas como ¿por que carajos había yo sacado menos nota que un compañero, si tenia sus mismas respuestas? Y encaso de cualquier contradicción ¿Cuánto costaría un pequeño “arreglito” en aquella nota?.

Eh de entender, que ser un estudiante de ultimo año no es nada fácil, eh de comprender que ya eh vivido lo suficiente (para mi) y conozco bastante como para poder hacer “entender” al profesor, lo que YO merecía en la nota, para esto, ya YO estaba listo.

Listo, casa café, la quinta en todo el barrio, esa tétrica con el pequeño arbusto que literalmente grita por un pequeño riego, hay estaba yo, ya había recibido varias indicaciones para poder hallar la casa, y hay estaba frente a mi, retándome a tocar aquel timbre que susurraba en mi oído mi nombre, era eso, o estaba paranoico.

-¡basta ya!- me grite, no podía tener miedo, no podía dudar ni acobardarme debía recordarlo, repetirlo y grabármelo, ya ¡YO estaba listo!

Ting ting –sonó el timbre y nada paso

Ting ting- insistí

Ting ting- de acuerdo, a la cuarta y huyo lo mas rápido que pueda

-¿si?- contesto una voz ronca y desgastada atrás de la puerta

-h-hola… Profesor… Yo... – ¡idiota! ¿Por qué tartamudeas? Es solo un profesor, uno calvo, gordo y con rostro de asesino, pero solo un profesor!

-¿Vega?- pregunto el, llamándome por mi apellido, me reconoció al instante ¡pero que profesor tan listo!

- eh... si señor... yo- y escuche el ruido de la puerta abriéndose lentamente, ¿es que todo tenia que ser aterrador? Menos mal hice caso a mi madre y no vine a las 10 de la noche, pero estaba por oscurecer ya eran las 6

Y hay estaba el, camisa negra, pantalón negro, gafas... de marco negro, corbata ¿blanca? Ok eso era nuevo, pero había que reconocer el gusto “negruzco” del profesor

-Pasa, pasa- me dijo, halándome del brazo para que entrara al corredor-¿Qué te trae por acá?- pregunto simplemente, sin que su rostro mostrara ningún signo se emoción alguna.

-yo... yo... so-lo venia...a h-hablar con usted-d- calma, calma no va a pasar nada, recuerda, recuerda... no es mas nada, ya YO estoy listo!- sobre la nota definitiva…- hay esta, lo solté! Golpe bajo uh uh! Respira... no olvides respirar... - me decía a mi mismo

- oh ya veo- dijo el tranquilamente – bueno y ¿que quieres saber? – pregunto lentamente. ¿Ya? ¿Eso era todo? ¿No me va a gritar? ¿No me va a reclamar o a decir que usted decide la nota y no yo?!

-eh... antes… ¿puede prestarme el baño?-pregunte, si, lo necesitaba, estaba tan listo, que... no me esperaba eso

-esta bien, esta al fondo a la derecha- contesto, señalándome un pasillo con dos puertas, de cada lado

-gracias- conteste un poco mas relajado mientras me dirigía hacia el corredor, me sentía tranquilo pero ala vez frustrado, ¿para esto me prepare todo el día? No podía dejar de pensar en ello, y ahora estoy en el pasillo

-el dijo ¿al fondo... a la izquierda?- me volteé a ver al profesor pero se había dirigido a otra habitación, así que decidí seguir mis instintos de adolecente y opte por lo que me parecía: al fondo a la izquierda. Abrí la puerta lentamente maldito chirrido siniestro que apareces cada vez que algo malo va a pasar –pensé al escuchar ese chirrido sin igual causado por la puerta

-¿Qué Demonios es ESTO?- en el techo, en el piso, en las escaleras, en las estanterías, en la cama, solo había, millones, millones y millones de... Peluches de felpa.









Creo que he dejado algo importante! –le grite al profesor mientras salía a toda prisa de ese lugar y me dirigía a mi casa, yo, estaba listo para: regaños, insultos, sangre, muerte, incluso para resignarme y perder la asignatura de filosofía, pero encontrarme con esto... Con esa habitación… solo por no saberme orientar bien… definitivamente, yo NO estaba listo para eso.



fin

martes, 11 de mayo de 2010

El Asesino de los Tenis ROJOS

Por: Cindy JimenezTorres


Caminando hacia la puerta de la calle que conecta con mi casa, reflexiono acerca de la cotidianidad alarmante que presenta un cambio en la monotonía, y es que en cada cosa que vuelves a hacer ya hay otra que no hiciste, quizá por ignorancia no me había dado cuenta, o quizá fuera mi entretenida vida furtiva la que me mantenía ocupado, pero sin duda alguna, algo tan insignificante como unos cuantos homicidios no debieron haberme entretenido demasiado, como para no darme cuenta, de lo dañado que estaban mis zapatos.

Analizando el mes de abril, y repasando todos mis cargos legales, pude haber sacado tiempo entre el asesinato de Meredith Bones de la calle 36 y el de Tomi Honrado de la 36 y medio. Pero no lo hice, y ese mes, mis zapatos se dañaban cada vez mas. O quizás el mes de mayo tan largo que resulta pero en ese tiempo si estuve entretenido fugándome de los ratones uniformados que intentaron mas de una vez atraparme, sin embargo, tanto esfuerzo no supera a mis zapatos.


Y ahora con todos mis lamentos y mis sutiles tormentos, con una pala y en medio de un terreno baldío, me despido de mis hermosos tenis rojos, los cuales a través de tanta mortandad y sangre lograban acompañarme y darme el nombre que ahora porto, el nombre del Asesino de los tenis Rojos, y es que aunque ahora un disparo vagabundo de en mi cabeza melancólica, nada que yo pueda hacer, será un acto peor, que haber dejado a mis zapatos morir de tanto uso.

Y ahora que se han ido que iré yo a hacer? ¡oh mis queridos zapatos! Pero que torpe eh sido que Dios me perdone por haberlos abandonado, ¡oh mis queridos zapatos! una matanza no será lo mismo, un secuestro no será lo mismo, ni si quiera el mas patético de los robos será lo mismo, ahora que no los tengo, mi queridos zapatos.

Pero he de superar esta amarga prueba, aunque ya no tenga fuerzas para matar, pues mis tenis rojos ya no están, y recuerdo aquel año hace 20 ya, cuando los vi en aquella tienda de rebajas, en el mostrador, a mitad de precio estaban entre otros cien, pero mi amor solo les perteneció a mis fieles, adorados y rojos zapatos.

Y ahora que ya, bajo tierra están, queridos zapatos no los olvidare, y cuando este torturando a alguien, ¡juro! Que en ustedes pensare, y sonreiré tranquilo y reiré, al ver a otro sufrir, pues mis tenis rojos pensare que conmigo están. Y cuando al fin pase por aquella tienda de 20 años atrás, veré a sus amados hermanos y llorare con ellos por su muerte queridos zapatos, y prometo entonces, que solo entonces, pensare ¿Qué otro color de zapatos comprare?

fin